1. Análisis de las dos tentaciones más nocivas:
En mi espacio de trabajo, la tentación de querer ser amigo del equipo (Tentación 2) es un problema que afecta directamente el rendimiento. Cuando un gerente busca caerle bien a todos y evita exigir responsabilidades por miedo a dañar la relación, la gente se relaja demasiado y el trabajo pierde calidad. Muchas veces, los empleados que no cumplen con su labor no reciben el llamado de atención necesario, mientras que los que sí se esfuerzan pueden sentirse desmotivados al ver que no hay diferencia en el trato. Esto crea un ambiente donde el esfuerzo no se premia y donde algunos terminan abusando de la confianza, afectando el desempeño general del negocio.
Otra tentación que veo como muy dañina es la de querer evitar conflictos y buscar una armonía falsa (es la Tentación 4). En muchas ocasiones, por no querer discutir o generar desacuerdos, se toman decisiones apresuradas sin escuchar todas las opiniones. El problema de esto es que, al final, las soluciones no son las mejores y pueden generar más problemas a largo plazo. Además, los empleados pueden sentir que sus ideas no son valoradas y, con el tiempo, dejan de aportar, quedándose solo con lo que diga el gerente, aunque no sea lo más conveniente. Esto limita el crecimiento del negocio y frena la posibilidad de innovar o mejorar procesos
2. Estrategias para evitar caer en estas tentaciones:
Para evitar caer en la tentación de ser amigo del equipo en lugar de líder, lo primero que haría sería establecer límites claros desde el principio. Es importante que los empleados sepan que hay una relación de respeto y confianza, pero que también hay responsabilidades que deben cumplir. La retroalimentación debe ser parte del trabajo diario, no solo para señalar errores, sino también para reconocer el buen desempeño. Dejaría claro que las decisiones que tomo son para el bien del negocio y que, aunque no siempre sean populares, son necesarias para mantener el orden y el crecimiento del equipo.
-En cuanto a la tentación de evitar conflictos, fomentaría un ambiente donde todos puedan expresar sus ideas sin miedo a represalias. En las reuniones, daría espacio para que el equipo opine sobre las decisiones antes de implementarlas, permitiendo que haya debates constructivos. También dejaría claro que no todas las ideas serán aplicadas, pero que todas serán escuchadas y evaluadas. De esta manera, se evita la frustración del equipo y se asegura que las decisiones sean más acertadas y reflejen la realidad del negocio. Un liderazgo fuerte no significa imponer, sino saber escuchar y tomar las mejores decisiones para el crecimiento de todos.